jueves, 13 de agosto de 2009

1. Todo comienza por la fe

Objetivos
Descubrir que no podemos esperar a entender la fe para decidirnos a creer.
Tomar la fe como pieza fundamental de nuestra mochila para caminar como cristianos en este nuevo curso.

Reflexión
El otro día mi sobrino Juan preguntó a mi abuela. “Abuela, ¿tienes wifi en casa?” Mi abuela se quedó mirando a su bisnieto sin comprender y respondió: “La abuela no tiene eso que dices, ¿qué es?” Mi sobrino Juan no sabe explicar que es un sistema wifi, pero sabe que con él se puede conectar a Internet en cualquier parte y jugar. Juan no puede tocar ni explicar ni comprender qué es Internet o un sistema wifi de conexión, pero no le hace falta entender para creer. No hace falta entender cómo se transmite la luz por los cables o cómo se genera, creemos que hay luz y oscuridad. [Poned ejemplos de cosas en las que creemos pero que no entendemos o que no podemos ver: que la tierra es redonda, que los aviones vuelan, que los cocodrilos cambian los dientes cada dos años,…] También hay muchas realidades espirituales, como la fe, que no entendemos pero las creemos. No podemos esperar a entender la fe para creer.
¿Crees? […] ¿En qué crees? […] Creer significa poner la confianza y fiarse de corazón en algo o alguien, que sabemos que no nos va a fallar. Sólo hay algo o alguien que sabemos que nunca nos va a fallar, que es verdadero, infinito y eterno. ¿Quién es ese alguien? […] Es Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo. “Confiad en el Señor por siempre jamás porque en el Señor tenéis una Roca eterna” (Is 26,4). Yo creo en Dios, y creo que su Palabra es verdadera, y tú, ¿lo crees? […] Dilo en voz alta, para que al decirlo aumente tu fe en Dios.
La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural que Dios da a todos los hombres: a los niños y a los mayores. Aprovecha que eres niño para aumentar tu fe y así cuando llegues a mayor tener una fe tan grande que pase lo que pase nada ni nadie te la podrá quitar. “La fe es la garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven” (Hb 11,1).
¿Cómo podemos construir un edificio si no ponemos antes los pilares? […] ¿Cómo podremos caminar por el camino de santidad sin fe? […] Debemos equiparnos con la fe. La fe nos ayuda a caminar con seguridad y a vencer las dificultades que podamos encontrarnos. Con la fe podremos realizar grandes cosas. “¡Todo es posible para quien cree!” (Mc 9,23). Con la fe veremos la gloria de Dios. Jesús le dijo a Marta: ”¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?” (Jn 11,40).
La fe es:
el desayuno por la mañana que hace falta para comenzar el día con energías;
son los músculos de nuestro cuerpo. Sin los músculos no podríamos sostener la cabeza, sin los músculos de los brazos no podríamos jugar o escribir, sin los músculos de las piernas no podríamos andar, sin los músculos de la cara no podríamos masticar… Si cuidamos y ejercitamos nuestros músculos nos mantenemos sanos y fuertes. Si cuidamos y ejercitamos nuestra fe nos pondremos fuertes para caminar como verdaderos cristianos;
el escudo que necesita un soldado para ir a la batalla. “Poneos en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe” (Ef 6,14-16).
Caminemos este nuevo curso siempre con el escudo de la fe. Éste es el tiempo de la fe. En la vida eterna ya no necesitaremos la fe porque veremos a Dios. “Mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe, no en la visión” (2 Co 5,6-7). Necesitamos la fe y sin fe no podemos hacer nada: “Sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan” (Hb 11,6).

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